Momentos convulsos ante un nuevo mundo

Es difícil, cuando menos complicado, efectuar análisis y predicciones en las variables socioeconómicas y mucho más en las circunstancias actuales. Este siglo no se cansa de darnos sorpresas. La primera, la denominada como ”gran recesión” que se inicia, como sabemos, en el año 2007 y se manifiesta en la caída global de la demanda. Fue una crisis típica de demanda de origen interno, es decir, consecuencia del propio funcionamiento económico. La segunda en 2019, conocida como la Covid-19, de origen totalmente externo, produce invalorable pérdida de vidas humanas. Un virus desconocido y que produce una epidemia. Económicamente se manifestó en la oferta y algo más adelante en la demanda. El ser humano persigue encontrar las causas y el origen de estas profundas anomalías. A veces es difícil conjugar los intereses encontrados.

Pese a los avances de la Ciencia Económica y la utilización de un enorme y sofisticado número de modelos estocásticos sobre los ciclos económicos, no se puede hablar del éxito de sus predicciones. No obstante, los análisis y las predicciones de la realidad no deben excluirse ya que, aunque no la reflejan fielmente, en determinados casos ayudan y son básicos para solucionar sus problemas.

Los economistas hablamos de problemas coyunturales y estructurales. Entre otros factores la adecuada clasificación depende del tiempo requerido para solucionarlos, el corto o el largo plazo y, también de la profundidad de las medidas a tomar. La política coyuntural es el corto plazo y los agentes son naciones; la política estructural, cuyo desarrollo es el largo plazo, surge generalmente de las regiones. Sin embargo, no hay nitidez en la separación, sino una zona combinada de ambas por la que se requiere, en múltiples circunstancias, una adecuada combinación. La Política, con mayúsculas, es importante en estos escenarios.   

Es difícil determinar dónde se encuentran los impedimentos básicos que retardan o impiden el desarrollo, sobre todo porque se ha de tratar de localizar aquellos que revisten cierto carácter estructural. Tampoco debemos olvidar el entono económico cambiante que modifica su peso relativo.

Muchas de las situaciones que lastran el crecimiento de Castilla y León son de tiempo atrás y conocidas. Esperan las medidas adecuadas que las solucionen y la clara decisión de ejecutarlas. Entre otras podemos citar: 

El envejecimiento con dispersión de la población. El avance de la medicina y los adelantos técnicos han dado lugar a una nueva forma de organizar la sociedad en su más amplio sentido. 

La baja natalidad es un problema general y complejo de resolver. Depende de valores y creencias sobre los que es difícil influir. Podemos pensar que no volveremos a las tasas de natalidad de hace décadas. Unido al envejecimiento, origina una población de especiales características que requiere, y justifica, adecuadas pensiones y atenciones sanitarias.

Gran existencia de pequeños núcleos poblacionales, lo que conlleva que nos hallemos ante una economía cara, ya que la retención de la población requiere unos servicios garantizados, tratando de alcanzar el nivel de las zonas bien dotadas. Solo de esta forma, las llamadas zonas vaciadas pasarán a ser ocupadas. En este sentido, hay que insistir en que, dada la tecnificación digital de la sociedad en su conjunto, es absolutamente imprescindible dotar a estos núcleos de la infraestructura necesaria.

El sector empresarial se caracteriza por empresas de reducido tamaño al que hay que estimular eficazmente en la innovación de productos procesos y comercialización. No solo es una cuestión funcional, sino también de motivación.

Contamos con puntos de crecimiento conocidos, entre los que destacan el patrimonio físico y cultural, el turismo, la industria agroalimentaria y la apertura al exterior de nuestros productos.

Por último, no podemos dejar de citar, en estos momentos, los peligros que presentan las tasas de inflación, el déficit y el volumen de Deuda Pública estatales.

Debemos decir que nos encontramos en una situación económica que escapa a cualquier análisis al que estábamos acostumbrados. Hemos de conjugar un elemento totalmente ajeno, con grandes interrogantes sobre su aparición en un mundo nuevo. La incertidumbre se adueña del futuro y es inevitable la toma de decisiones donde la intuición se hace necesaria. Recuperaremos tasas elevadas de desarrollo dependiendo de la organización de una nueva sociedad.

Josefa Eugenia Fernández Arufe
Economista y Catedrática Emérita del Departamento de Economía Aplicada de la UVA