Ghosting laboral
6 de octubre 2023
En un mundo donde la comunicación instantánea y la conectividad son la norma, un término antes relegado al ámbito de las relaciones personales ha encontrado un nicho inquietante en el entorno laboral: el “ghosting”. Originalmente aplicado a las relaciones amorosas, el “ghosting laboral” podría definirse como “la acción de desaparecer repentinamente y sin explicación de un proceso de contratación o de un puesto de trabajo”.
A medida que este fenómeno ha crecido en los últimos años, es crucial analizar sus ramificaciones, sus causas y cómo socava los principios fundamentales de la profesionalidad y el respeto.
Esta tendencia va más allá de la evasión ocasional. Los datos de Glassdoor, página web especializada en reseñas de puestos de trabajo, revelan un alarmante aumento del 98% en la tasa de “ghosting laboral” desde febrero de 2020, marcando un cambio drástico en la dinámica tradicional de la contratación.
Este fenómeno tiene dos caras:
Desde la perspectiva del candidato, puede interpretarse como un acto de autodefensa. La incertidumbre laboral y la feroz competencia por los puestos han empoderado a los aspirantes, lo que les permite tomar decisiones más audaces y menos comprometidas.
Por otro lado, desde el punto de vista de la empresa, este ghosting refleja una sociedad más individualista y centrada en sí misma, donde la preocupación por la propia imagen profesional supera a la ética y la cortesía.
Aunque el “ghosting laboral” puede parecer una solución rápida para evitar situaciones incómodas, sus efectos son perjudiciales y duraderos.
Desde el lado del personal de recursos humanos puede desencadenar una serie de consecuencias adversas. Las empresas se enfrentan a retrasos en los procesos de contratación, costes adicionales por la búsqueda de nuevos candidatos y pérdida de productividad. Además, el daño a la reputación empresarial puede tener un impacto duradero en la atracción de talento en el futuro.
A medida que el “ghosting laboral” se ha convertido en una práctica más frecuente, algunas empresas han comenzado a tomar medidas para combatirlo. Sin embargo, es crucial cuestionar si estas medidas son adecuadas y suficientes para abordar el problema subyacente. Estrategias como implementar procesos de contratación más rigurosos o invertir en tecnología para mejorar la comunicación con los candidatos pueden ser meras soluciones superficiales. ¿No sería necesario un cambio más profundo en la cultura empresarial y en la forma en que los candidatos y empleadores se relacionan?
El “ghosting laboral” es un síntoma de una sociedad que prioriza los intereses individuales por encima de la consideración y el respeto hacia los demás. Si bien la competencia y la incertidumbre pueden justificar en parte este comportamiento, no debemos olvidar los valores fundamentales de la profesionalidad y la ética en el entorno laboral. Las empresas tienen la responsabilidad de fomentar una cultura de comunicación abierta y transparente, y los candidatos deben recordar que las acciones son más importantes que las palabras. El “ghosting laboral” puede ofrecer un escape momentáneo, pero su impacto a largo plazo sobre la reputación, la confianza y la moral es un precio demasiado alto a pagar.
Es hora de desafiar la tendencia y optar por un enfoque más responsable y comprometido en el mundo laboral.