La ‘Quiet ambition’: Una nueva concepción del éxito laboral
5 de mayo 2025
En los últimos años, la ‘quiet ambition’ ha sido el término utilizado para redefinir las aspiraciones laborales de algunos nuevos trabajadores dentro de las generaciones más jóvenes. Este concepto, traducido del inglés como “ambición silenciosa”, describe una actitud donde el equilibrio personal y el bienestar se colocan por encima de la escalada en la jerarquía corporativa. Lejos de las tradicionales metas de poder y prestigio, los jóvenes, especialmente los pertenecientes a la Generación Z, están priorizando una vida más tranquila, centrada en el cuidado personal y en relaciones significativas. Este cambio de paradigma, si bien presenta numerosas ventajas, también plantea desafíos considerables tanto para los individuos como para las organizaciones.
La quiet ambition ofrece un respiro en un mundo cada vez más acelerado y exigente. Al priorizar la salud mental y el tiempo libre, los jóvenes buscan reducir el estrés asociado a puestos de alta responsabilidad. Esta filosofía permite a los individuos disfrutar de una vida más equilibrada, donde el trabajo es una parte de la identidad, no su totalidad. Además, fomenta una mayor creatividad y satisfacción personal, ya que las personas se dedican a actividades que realmente les apasionan, en lugar de perseguir objetivos impuestos por las expectativas sociales o corporativas.
Sin embargo, esta tendencia no está exenta de inconvenientes. En primer lugar, la disminución del interés por ocupar roles de liderazgo podría afectar a la dinámica empresarial. La falta de aspiración hacia posiciones de mayor responsabilidad puede resultar en un déficit de liderazgo en el futuro, poniendo en riesgo la continuidad de las organizaciones. Además, este enfoque puede ser percibido erróneamente como una falta de compromiso o ambición por parte de los empleadores, dificultando la valoración y promoción de estos empleados.
La Generación Z, formada por jóvenes nacidos entre 1995 y 2000, ha adoptado esta filosofía en gran medida como respuesta a los entornos de alta competitividad que les rodean. La pandemia de Covid-19 y otras crisis globales han redefinido sus prioridades, llevándolos (en cierto modo) a valorar más la estabilidad emocional y menos el éxito financiero. Este cambio de mentalidad, por tanto, está alterando las estructuras laborales tradicionales, donde el progreso profesional era el camino preestablecido hacia el éxito.
El entorno laboral afronta un desafío significativo de parte de quienes se unen a esta nueva tendencia. Las empresas, acostumbradas a una fuerza laboral motivada por el ascenso y la estabilidad económica, deben adaptarse para atraer y fidelizar a esta nueva generación de trabajadores. La implementación de políticas de conciliación, flexibilidad horaria y teletrabajo son algunos de los ajustes necesarios para mantener una fuerza laboral satisfecha. Sin embargo, esto a menudo requiere un cambio cultural profundo que valore el bienestar tanto como la productividad.
A medida que las organizaciones y las generaciones mayores se adaptan a esta nueva realidad, será crucial encontrar un equilibrio que permita a los individuos perseguir una vida plena sin sacrificar el crecimiento y la innovación que impulsan a las empresas hacia el futuro. La clave estará en crear un entorno laboral que valore tanto el éxito personal como el profesional, reconociendo que uno no debe excluir al otro.