Los datos: Nuevas profesiones confianza y comunicación
Cuando se presenta la dificultad tengo que empezar acogiéndome a los principios de incompatibilidad y confidencialidad. Vamos que todo lo que aparezca aquí nada tiene que ver con personajes reales. Parte de mi imaginación. Y todo parecido con hechos reales o personajes actuales o pasados es fruto de la coincidencia.
Me produce desasosiego el oír que los puestos de trabajo del futuro ni siquiera los conocemos. Que la mayor parte de los trabajos “mecánicos” actuales serán realizados por máquinas o de forma automática.
Me encanta, sin embargo, leer (lo siento algún profesor o intelectual con derechos de autor me daría un rapapolvo; me acojo “a sagrado” por no citar la referencia) unas citas o estudios sobre encuestas y estadísticas. Resulta que en las encuestas mentimos como bellacos. Se basaban en hechos científicos. Una muestra concreta de consumos y productos concretos. En la encuesta: X habían consumido. En la estadística de consumo real: 0. Después en otros estudios de marketing de temas digitales: compramos seguidores de una forma exagerada por intentar que las marcas se fijen en los nuevos prescriptores (influencer). Aquí peco de no ser experto, lo siento. Pero la conclusión era que “pasando” una serie de programas, (basados en el “engaño”) los seguidores eran falsos. Algunos con tanta falsedad que estaban realizados con el mismo IP (esto parece ser según los “técnicos” es prácticamente imposible por la cantidad que significaban)
Por lo tanto, me auto respondo a las dos primeras angustias. Para ello me fijo en el pasado, en el presente y en la intuición para el futuro.
Reconozco que siempre ha existido una enorme dificultad para la definición de los puestos de trabajos requeridos. Y después completar las tareas específicas de esos puestos. Sí los conocimientos técnicos y por supuesto las características personales de la persona que más se adapte al mismo. Veo que me estoy metiendo en arenas movedizas.
Una de las primeras dificultades se presenta en el inicio del proceso: quién es el encargado de detectar las necesidades, quién realizará la selección, quién comprobará la adaptación, y por último quién será el responsable de la incorporación y seguimiento. Ya, ya voy. Tiempo, tiempo. Procedimientos, metodología, manuales. Automatización de los mismos. Y mantenimiento y actualizaciones. Planes de formación. Seguridades, derechos, compatibilidad familiar. Integración, respeto por la diversidad….
Espera, espera. ¿Has validado las competencias? ¿Quién va a ser su introductor (sí hombre que le dé una vuelta y conozca a los compañero, sepa dónde están los servicios, las máquinas de café, …)? Ah, que no hace falta que lo tiene en el “Pack” de bienvenida. Es virtual, que no te enteras; estás mayor. Sí que lo sabía, pero es que recibimos que estaban actualizando la nueva “versión”. Y hasta la fecha no he recibido nada de su finalización y los cambios efectuados. Por lo tanto, en la Tablet no tengo nada. No sé. Como corre prisa la incorporación, alguna decisión habrá que tomar.
Amigo, salió. Cómo te gusta. La facilidad en la toma de decisiones, asumir las responsabilidades. El ámbito temporal de las mismas.
Pero cómo vamos a vivir si pensamos que cualquiera que va en el autobús, el metro, en una sala de espera; en el momento que lleva un artilugio electrónico está jugando. Claro antes era la imprenta el terror: cómo cualquiera podría interpretar la Biblia y en romance paladín, en la lengua del vulgo.
Pues sí me disperso. Creía que hablaba solo. La gestión esta vez no venía en los manuales. La temida improvisación era un requisito imprescindible, necesario. Ya, pero con aquello de ceteris paribus lo dábamos por superado. Esta vez no nos vale con la charla de café: todos sabemos de deporte. De economía: os acordáis de los chistecitos de la prima. Bienvenidos refugiados. Ahora nos están hablando de epidemias. De pandemias mundiales. Y nos tocan, con nombres y apellidos. Con cantidades de féretros que ni siquiera podemos despedir. Que algunos ni siquiera son reclamados.
La incertidumbre se convierte en algo más que dolor. Estábamos acostumbrados a un principio y a un final. El tiempo todo lo cura. Al tiempo, tiempo le pides y el tiempo tiempo te da. Queremos buscar cortinas de humo que nos protejan de responsabilidades. No tenemos claro las consecuencias sanitarias y los efectos que seguirán en el futuro pegados en nuestra piel. Hablamos muy a la ligera de las repercusiones económicas que suponen las medidas para controlar los contagios en masa. Sí. Cómo somos capaces de comunicar y que se nos entienda. Cogemos, siempre un cabeza de turco. Un muñeco. Un pelele. A veces, quizás, lo podemos disfrazar de técnico. Volvemos de nuevo a la jocosidad que nos caracteriza. Se morirán más por la posibilidad de que des un tortazo con la mascarilla que por esa enfermedad gripal que es como las de siempre.
Las mentiras tienen las patas muy cortas. Sí, por suerte existen los profesionales. Aquellos que cada día saben su labor. Responsables, toman decisiones. Saben responder en equipo. Conocen los medios, las herramientas necesarias. Son consecuentes. También saben de sus limitaciones. Han dado en el clavo una vez más. Con aquello de solo sé que no sé nada. Sin embargo ya han puesto la primera piedra. Improvisar, intuición, investigación. Sí tenemos esas plataformas mundiales. Para algo tenían que servir. La tecnología y la digitalización se ponen manos a la obra. Ojo son una herramienta. Vuelvo a referirme a los PROFESIONALES: está vez el palabrejo multidisciplinares sí que no me da repelús.
No es bueno mezclar cócteles. Me gustan los grupos de trabajo no los comités. Me gustan los métodos científicos como metodología de trabajo. Y me gusta la inteligencia y el talento para que los usuarios conozcan y sepan de la CONFIANZA que atesoran aquellos en los que ponemos nuestras vidas en sus manos. Sé que una cosa es predicar y otra dar grano. Me cansan las responsabilidades sociales corporativas. Me cansan las leyes de protecciones de datos. Me cansan las responsabilidades de riesgos laborales. Me cansan las obligaciones de anotaciones de jornadas, de responsabilidades discriminatorias por sexos, se exposición de salarios. No sé qué significa sanidad o educaciones públicas o privadas. Me cansan las diferencias o palabras de obrero y patronos. Empresario y trabajadores. Incluso, casi me canso, de las entregas de premios. Pero no. No me quiero engañar. Adoro el trabajo, el esfuerzo, las recompensas. La honradez. El sueño y el descaso tranquilos.
Sí ahora me gustaría no despertarme. Sé que las comparaciones son odiosas. Sé que soy poco amante de las leyes pero muy cumplidor de los mandatos. Sí una contradicción. O una ingenuidad. O un iluso; sí porque me ilusiono muy fácilmente con mis ilusiones, ideales utópicos.
Una buena forma de conseguir ver el resultados de nuestras labores de gestión es ser capaces de cuantificar nuestras tareas. No voy a daros lecciones que sabéis de sobra. Desde los cuadros de mandos, las valoraciones de desempeño. Descripciones de los puestos de trabajo, elaboraciones de las tareas individuales. Requisitos reglados. Hasta las siempre magníficas hojas de cálculo, infografías, hojas de texto. Y algo tan sencillo como las comparaciones con nuestro “sector”. Fijaos ahora en esta situación tan mundial. Nos podemos comparar de forma global. Sí quien nos lo iba a decir. Ahora las comunicaciones globales también nos pueden ayudar.
Y algo que nuevamente surge como novedoso y sin embargo tan constante: LA MANIPULACIÓN. El adoctrinamiento. LOS DATOS. Esa nueva fuente de energía que parece va a ser una materia prima que nos dé, nos proporcione infinidad de puestos de trabajo. Qué fue primero la gallina o el huevo. Por favor, no más chistes. Sí quién está detrás de los medios de comunicación. Por favor, no confundamos. Los datos son neutros como un homenaje a todos mis colegas profesionales que se dedican a este sector tan importante y equilibrador de conciencias y resultados. Ahora viene la madre del cordero. Su interpretación. Definición de conceptos. Por eso vuelvo a repetir. PROFESIONALES, TALENTO, fuera manipulaciones bastardas. Gestión, toma de decisiones, asumir responsabilidades, reconocer errores. Prueba y ensayo. Vuelta a empezar. Reconocer limitaciones. Trabajo en equipo. El liderazgo y su reconocimiento. La valoración. Sí ya me están recriminando esa pequeña demagogia que quizás lleve dentro. Me preguntaban y todo esto para qué. Un día tras otro lo llevo en mi carpeta azul anotado. Ya no engañes que ahora llevas un teléfono inteligente y lo tiene en el bloc de notas. Sí y tantas veces lo recordaba. Y di con la respuesta. Imagina, por fin le dije a mi interlocutor: aquellas sensaciones o logros que a ti te pueden hacer feliz. Desde descubrir la vacuna fuente (como aquello del código fuente, os acordáis) hasta disfrutar de un viaje maravilloso. Descubrir los mejores centros gastronómicos. Encontrar las soluciones a los problemas SOCIALES: hambre, discriminación, racismo, naturaleza. Medio ambiente. Agua. Recursos naturales equilibrados. Respeto. Armonía.
Pues esa sensación que tienes tú es lo que a mí me motiva en lo que estoy haciendo. Y de además le remarqué. Que no es ni mejor ni peor y no es una panacea. Es, simplemente ÚNICO. Y sigo: prueba, ensayo, error y vuelta a empezar.
Es como si estuviera en el escenario, me tocaba hablar en público. Otro homenaje para quien se lo merezca. No me acuerdo si estaba en el atril o paseando. Sin papeles ni diapositivas. No quería distraer a los reunidos. Tampoco llevaba atuendo estridente. Tan solo seguía la máxima de ir rotando la mirada. Todos se tenían que dar por enterados que eran parte de mi exposición. Pero sabéis el truco. Sí como aquel árbitro del rabillo del ojo. También lo utilizo. Siempre hay uno al que siempre localizo. Aquel que de vez en cuando sube y baja su cabeza. Me sigue cada palabra. A veces, ladea; no está muy conforme con lo que he dicho. Reconozco que le pongo a prueba, y sin querer vuelvo, esta vez un poco más directo. Pero no le abrumo no reconoce en ningún momento nuestra complicidad. Pues eso SALDREMOS ADELANTE: Un optimista crónico.
Artículo de Ángel Luis López Manrique, Economista
Para Castilla y León Económica