Rururbanización: entre la revitalización rural y la pérdida de identidad
27 de Octubre de 2025
Rururbanización: entre la revitalización rural y la pérdida de identidad
La rururbanización es un fenómeno socioespacial que describe la transformación de áreas rurales mediante la incorporación de elementos propios del entorno urbano, como nuevas viviendas, infraestructuras modernas y actividades económicas no agrícolas.
El término surge de la combinación de “rural” y “urbano” y responde a procesos cada vez más frecuentes en las periferias de las ciudades y en pueblos bien conectados por vías de transporte. A diferencia de los procesos de urbanización tradicional, que implican la expansión directa de la ciudad sobre el territorio circundante, la rururbanización combina la permanencia de elementos rurales con la llegada de población y modos de vida urbanos, creando espacios que difuminan los límites entre campo y ciudad.
Este proceso se caracteriza por la migración de personas desde entornos urbanos hacia áreas rurales debido a razones como la búsqueda de vivienda más asequible, mayor calidad de vida y un contacto más estrecho con la naturaleza. Suele ir acompañado de la conversión de suelos agrícolas en parcelas residenciales, la apertura de nuevos comercios orientados a los recién llegados y el desarrollo de actividades económicas ligadas al turismo rural o a los servicios. En muchos casos, la mejora de las infraestructuras y las posibilidades del teletrabajo han acelerado este cambio, permitiendo que profesionales que antes dependían de un entorno urbano puedan establecerse en pequeñas localidades sin renunciar a su actividad.
Entre los beneficios más visibles de la rururbanización destaca la revitalización de pueblos que habían sufrido despoblación y envejecimiento poblacional. La llegada de nuevas familias puede dinamizar la economía local, aumentar la demanda de servicios y favorecer la conservación o mejora de infraestructuras como transporte, telecomunicaciones o centros educativos. En lugares donde la actividad agrícola estaba en declive, el fenómeno puede generar fuentes alternativas de ingresos y atraer inversiones en turismo, hostelería o comercio.
Sin embargo, no se puede obviar el lado menos positivo. Para los habitantes ya asentados, el encarecimiento del suelo y de la vivienda es uno de los principales problemas, dificultando el acceso a la propiedad o al alquiler para los jóvenes locales. La llegada de población con hábitos y valores urbanos también puede generar tensiones culturales, desde desacuerdos sobre el uso del espacio público hasta conflictos por ruidos, fiestas o actividades agrícolas que para los recién llegados resultan molestas. En algunos casos además, la identidad rural se diluye ante la influencia de costumbres externas, y los lazos comunitarios tradicionales se ven alterados por la coexistencia de grupos sociales que apenas interactúan. Para los nuevos residentes, aunque el entorno ofrezca tranquilidad y espacio, pueden surgir dificultades de adaptación a un ritmo de vida más lento, menor oferta cultural y dependencia del vehículo privado.
Incluso las ciudades pueden verse afectadas de forma indirecta. La salida de población hacia zonas ‘rururbanas’ puede aliviar la presión demográfica y de vivienda en determinados barrios, pero también contribuye a un patrón de dispersión que aumenta la dependencia del transporte y dificulta la sostenibilidad urbana.
Por todo ello, la rururbanización es un fenómeno complejo que si bien puede aportar vitalidad a zonas rurales en riesgo de abandono, también plantea desafíos en términos de cohesión social, conservación del territorio y sostenibilidad. La clave estará en planificar este proceso de forma equilibrada, protegiendo el patrimonio rural y fomentando la integración real entre la población local y la nueva, para que el campo no pierda su esencia en el intento de parecerse demasiado a la ciudad.
 
            