Training on the Job
06 de Octubre de 2025
Training on the Job:
Beneficios y retos de la formación en el puesto de trabajo
El modelo “training on the job”, o de formación en el puesto de trabajo, se ha convertido en una de las fórmulas laborales más extendidas para integrar talento y acelerar la productividad en organizaciones de muy diversos ámbitos.
Consiste en introducir al trabajador directamente en las tareas propias de su cargo, de la mano de un mentor o supervisor, con el fin de que el aprendizaje se produzca de manera simultánea a la ejecución de actividades reales. Así, un operario de planta aprende a gestionar máquinas mientras participa en la línea de producción; un desarrollador de software junior se familiariza con el entorno de desarrollo, los lenguajes y las revisiones de código al colaborar en proyectos reales; o un camarero en hostelería perfecciona su atención al cliente mientras atiende una sala.
Este método ofrece beneficios claros tanto para el trabajador como para la empresa. Para el empleado, especialmente si es recién egresado o carece de experiencia, supone un estímulo constante: el contacto con el trabajo diario, la resolución inmediata de problemas y la percepción de progreso fomentan la motivación y el compromiso. Además, la inmersión en la cultura y los procesos internos facilita la adaptación a la organización, y el respaldo de un tutor experto ayuda a formar una red de contactos interna que favorece la proyección profesional.
Por otro lado, para la compañía, el valor añadido radica en la rápida incorporación de nuevos colaboradores, la transmisión de las mejores prácticas empresariales y la reducción de costes en formación externa. Además, al desarrollar internamente el talento, se promueve la retención y se identifican potenciales líderes y futuros mentores.
No obstante, no todo es ventajoso en este modelo. Una crítica frecuente se centra en la calidad y consistencia de la formación. Cuando el mentor carece de habilidades didácticas, el proceso se convierte en una sucesión de “prueba y error” que genera vacíos de conocimiento y frustración. Asimismo, la urgencia por producir puede relegar la enseñanza a un segundo plano, de modo que el trabajador asume tareas productivas antes de estar preparado, aumentando el estrés y el sentimiento de vulnerabilidad. En sectores donde la precisión y la seguridad son cruciales —como la salud, la energía o la industria farmacéutica—, esta presión por la efectividad inmediata implica riesgos reales: un hipotético error de manejo o de protocolo no sólo perjudica la formación sino que puede tener consecuencias graves para personas o procesos.
Desde el punto de vista empresarial, el principal inconveniente radica en la dependencia de la disponibilidad y la capacidad pedagógica de los tutores. Cuando se amplía el programa de formación a un gran número de nuevos empleados, la carga sobre el personal senior puede derivar en cuellos de botella y en un descenso de la productividad. Asimismo, medir el retorno de la inversión en training on the job resulta una tarea compleja: la ausencia de métricas estandarizadas dificulta valorar hasta qué punto la mejora del desempeño se debe a esta metodología y no a otros factores.
El training on the job es, en definitiva, un modelo de capacitación altamente práctico y efectivo con el que se puede llegar a generar experiencia real en entornos productivos, pero conlleva posibles riesgos asociados a la calidad docente, la sobrecarga de mentores y la posible falta de fundamento teórico. Su éxito, por lo tanto, depende de una planificación cuidadosa, de la formación de tutores competentes y de la integración equilibrada con herramientas formativas complementarias, de modo que tanto los trabajadores noveles como las empresas obtengan el máximo beneficio con el menor coste y riesgo posible.