¿Y si escuchan a los empresarios?

La verdad es que la situación del país ciertamente no acompaña ni induce al optimismo a la hora de escribir este artículo. Llevamos un año 2020 del que prácticamente no se puede salvar nada; aunque bueno, hay quienes dicen que de las grandes crisis y de los malos momentos se sale más fuerte… ¡Mentira!, se sale más débil; con mayores trabas y dificultades, con unos cimientos sobre arenas movedizas, con menos empleo, y con muchos recursos menos, la moral de la población en mínimos históricos y la sensación, casi certera, que a los trabajadores y ciudadanos en general, no nos cuentan ni media verdad.

Ante esta situación hay muchas preguntas, que no solo se las hacen los economistas, sino la población en su conjunto, pero que ciertamente y muy a corto plazo no parece que haya nadie capacitado que las responda entre los encargados de gestionar la crisis y el país, que no nuestras vidas. Y hago hincapié en esta puntualización ya que lo que este país pide a gritos es un cambio radical de modelo productivo y económico, y no un intento de cambio de nuestras ideas, ya sea en el ámbito educativo, moral y social.

Quizás lo más fácil y lo más sensato sea partir de cero, intentando premiar el trabajo y no el subsidio como modo permanente de remuneración y de ganarse la vida. Para empezar, parte de nuestros dirigentes  tendrían que tener claro que los empresarios no son el enemigo del país y de los trabajadores, sino que son parte de la solución en un porcentaje muy elevado; que las empresas y los empresarios no son enemigos de lo “público” y del “Estado”, siendo ambos inseparables y perfectamente compatibles para el buen funcionamiento del país y que el trabajo de un ciudadano de nuestra región es igual de válido para nuestro PIB que el de cualquier otra región española, eliminando así la distinción entre ciudadanos de primera y de segunda solo en función de criterios de aritmética política.

Decía antes que una buena opción podría ser imaginarnos que empezamos a reconstruir el país de cero y que, si atendemos a lo dicho anteriormente, los empresarios son parte capital en el futuro de este país. Pues bien; preguntemos no solo a los empresarios actuales, sino a los emprendedores futuros, qué tan importantes son, qué ventajas y facilidades necesitarían para crear, mantener e impulsar sus negocios. Es de vital importancia recordar que la crisis económica es global, dato que no es consuelo para obviar la responsabilidad propia que tenemos; pero que al ser así, la recuperación también tendrá mayor competencia del exterior y que España parta en buena posición para dicha recuperación depende en gran medida de las facilidades que se le den a las empresas y a sus empresarios, y no se deje todo en manos de lo público, tanto de las ayudas de Europa como de la exagerada emisión de deuda pública y déficit del Estado, que en el mejor de los casos, nuestros nietos o biznietos algún día pueden llegar a pagar.

Cuando se realizan estudios financieros, y recurriendo al sentido común, se da por supuesto que en el momento que se emprende un proyecto empresarial, la premisa fundamental es maximizar el beneficio, minimizando el gasto. Pero no sólo en términos monetarios, que para eso hay medidas que posteriormente también trataré, sino en otros términos quizás no tan tangibles, pero que hacen que la labor empresarial sea fructífera y que el buen desarrollo de una empresa y de su empresario, dé lugar a posteriores empresas con la consiguiente creación de trabajo, riqueza y bienestar. Los empresarios y no el Estado son el claro motor de empleo.

Estos intangibles son por ejemplo las facilidades que se deben dar desde las administraciones públicas a los empresarios, tales como la facilidad burocrática, el incentivo por trabajar y no por no trabajar, las facilidades de conciliación a los trabajadores y un largo etcétera que como antes decía, tiene que ser plenamente compatible con el día a día de la actividad mercantil.

Somos el país de la UE en el que la burocracia administrativa para poner en marcha una empresa es la más tediosa y lenta. La cantidad de trámites en la Agencia Tributaria, en la Seguridad Social, en las Comunidades Autónomas, en los Ayuntamientos y en el Registro Mercantil, se hacen interminables. Esto hace que estemos en clara desventaja con los países de nuestro entorno. Si en otros países se dan más facilidades al emprendimiento, ya empezamos nuestra aventura empresarial con una gran inferioridad, amén de una cada vez mayor inseguridad jurídica, lo que hace que sobre todo el capital extranjero deje de mirar con buenos ojos a nuestro país y se fije por ejemplo en nuestros vecinos, Portugal o Francia, donde, además, los impuestos son mucho más bajos.

 

No nos tenemos que olvidar que el activo más importante de una empresa es el capital humano. Si los profesionales son buenos y están bien preparados, el negocio tendrá sin duda muchas más posibilidades de crecer. No obstante, a los empresarios cada vez les está costando más encontrar gente especializada y preparada para muchos puestos. La cultura que se está fomentando actualmente del subsidio por no trabajar y la escasa calidad que cada vez es más evidente en el sistema educativo, con recurrentes cambios que empeoran la ley anterior y que se basan únicamente en motivos ideológicos y políticos, hace que los jóvenes accedan peor al mercado laboral. Si a esto unimos como decía antes que el mercado es global volvemos a poner una piedra en el día a día de los empresarios y en la creación de empleo de nuestro país; llevando a que las nuevas generaciones deban buscar sus primeras oportunidades en el exterior donde la creación de empleo es mayor. Si algo funciona, es bueno tomarlo como ejemplo y referencia, por lo que si actualmente se está apostando por políticas de bilingüismo en los centros educativos para que luego los jóvenes tengan mayores oportunidades, se tendría que hacer también en España, que curiosamente se está pegando un tiro en el pie degradando su propio idioma por peajes políticos, cercenando no solo que exista movilidad de trabajadores entre regiones para trabajar, sino que se ponen trabas de inversión extranjera por el desconocimiento del idioma.

Lo que parece que ha venido para quedarse es el impulso a la formación profesional, la cual con su formato de “dual” hace que los alumnos puedan conocer desde bien pronto lo que es el mundo empresarial y laboral. Es un modelo que en países como Alemania, es un pilar fundamental en las bases del mercado laboral, y que, si además va unido con el conocimiento de un segundo idioma y del campo digital, viene a facilitar enormemente la labor del empresario a la hora de contratar. No conviene olvidar que la competencia no es solo entre empresas y/o países, sino que la competencia también existe con las máquinas y las nuevas tecnologías, por lo que con una buena preparación de los trabajadores se puede conseguir un mix entre ambos, máquinas y recursos humanos, que lleven a lograr buenos resultados para la empresa.

Todavía no he hablado de las medidas puramente económicas que pueden demandar los empresarios para salir de esta situación, pero es que, para llegar a ese punto, antes hay que asentar más bases como las que hemos visto antes de las facilidades a la hora de la gestión y la contratación de personal preparado. Pero este personal que los empresarios tienen que contratar para sus negocios, es más que probable que no tengan en la parte más alta de sus escalas de prioridades el funcionamiento de la empresa, sino que tendrán a buen seguro a su familia y su tiempo personal y sobre todo en estos días de pandemia en los que tan difícil está siendo la compatibilización de la vida personal y laboral. Por dicho motivo, es importante que los empresarios motiven a sus trabajadores y generen en ellos espíritu de empresa. Ahí es donde entrarían medidas como el fomento del trabajo o la flexibilidad laboral, eliminando la cultura del presencialismo e incidiendo en los resultados y la productividad.

Una vez que la empresa ya tiene bien asentadas sus bases y el negocio es fructífero, para que el empresario pueda seguir creciendo y contratando, es imprescindible que existan además de las facilidades que he mencionado antes, una liquidez que no venga mutilada por un sistema impositivo confiscatorio como el actual, en el que además de estar el empresario sometido a amenazas continuas de inspección, los impuestos se suben de manera indiscriminada, siendo el único país de Europa que los sube en un año de pandemia como el actual.

Parece muy difícil, por no decir que imposible, que un empresario siga invirtiendo y generando empleo, ya sea del propio país o que venga del exterior, después de que superando todas las dificultades que entraña un negocio en el día a día y consiguiendo que su cuenta de resultados sea positiva, venga el Estado y le aplique un hachazo fiscal para quedarse con un porcentaje muy, muy elevado de los beneficios, los cuales no dejan de ser una nueva posibilidad de inversión y creación de nuevo empleo.

Igual que hablaba antes de los trámites burocráticos para Comunidades Autónomas, estos entes también se llevan su parte del pastel vía impuestos, por lo que no es muy lógico que sigan existiendo en unos territorios los impuestos de Sucesiones, Donaciones y Patrimonio y en otros territorios, incluso vecinos, no se graven. Pero eso no es lo peor: lo peor es que desde el Estado, para igualar la situación, en lugar de promover la eliminación de dichos tributos, lo que se hace es obligar a todas las regiones a recaudar por ellos en su tramo más alto. No conviene olvidar que en estos tiempos que corremos, el término “armonización fiscal” es sinónimo de “subida generalizada de impuestos”.

Es seguro que, si las autoridades escuchasen a los protagonistas de la economía que son los empresarios, el giro de la situación sería más que palpable, la competitividad aumentaría y sin duda, remontaríamos el vuelo como país, de una manera más sólida.

Lamentablemente, la economía española debido a las medidas que se están tomando a nivel gubernamental está escribiendo su propio epitafio. Todos los países nos estamos enfrentando a lo mismo, pero países vecinos están apostando por la bajada de impuestos y la creación de empleo, mientras que nosotros desgraciadamente nos hundimos cada vez más, y los datos son más desalentadores.

 

Artículo de Ángel Delgado Vega, Economista
Para Castilla y León Económica